• Maduración prematura: El calor puede acelerar el proceso de maduración de las cerezas, lo que puede hacer que se ablanden y pierdan su sabor dulce. Como resultado, las cerezas pueden volverse más blandas, perder su textura crujiente y volverse menos sabrosas.
• Deshidratación: El calor puede causar la pérdida de agua en las cerezas, lo que puede hacer que se sequen y pierdan su jugosidad. Si las cerezas se deshidratan demasiado, pueden volverse arrugadas y perder su sabor.
• Daño por sol: El calor del sol directo puede dañar la piel de las cerezas, causando manchas y decoloración. Esto puede hacer que las cerezas se vean menos atractivas y sean menos deseables para los consumidores.
• Pérdida de nutrientes: El calor puede degradar los nutrientes en las cerezas, lo que puede hacer que pierdan parte de su valor nutricional. Las cerezas contienen una variedad de nutrientes, como vitamina C y antioxidantes, que son importantes para una dieta saludable.

En resumen, el calor puede tener un efecto negativo en las cerezas, haciendo que pierdan su sabor, textura y valor nutricional. Por lo tanto, es importante almacenar y transportar las cerezas en condiciones adecuadas para preservar su calidad.

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